Abierto al público en 1998 después de rehabilitar un molino familiar centenario, el museo de molinos de O Mazonovo de Taramunde es el mayor espacio museográfico dedicado a estos ingenios.
Taramunde juega al escondite. Se nos escabulle entre A Serra d’Ouroso y los montes de Eiros, tupidos por la sombra de un bosque autóctono hoy algo asediado por los eucaliptos.
Estamos en los confines del occidente de Asturias, más allá de A Garda un cartel nos marca una frontera que hace un tiempo pensábamos haber cruzado. El agua nos susurra en “a fala” (el gallego de Asturias); O Rego das Mestas, O Rego do Inferno, O Rego da Salgueira, O Río Turía… Pura poesía. Salpicando, retumba su eco mudo en decenas de molinos harineros, fraguas de hierro (mazos) o batanes para tratar los tejidos. Todo nos habla de un tiempo en el que su proliferación por toda la “comarca” del Eo-Navia dio nombre a la geografía. Así es que tenemos El Mazonovo en Bual, El Mazonovo de Santalla d’Ozcos y el que nos toca; O Mazonovo de Taramunde.
La curiosidad de este molino es que tiene un origen indiano. En el año 1899 Manuel López-Cancelos regresa a Taramunde tras probar fortuna en Argentina y decide instalar un molino de maquila a orillas del río Cabreira. Su ubicación era ideal, al lado de la capital del concejo y en el camino de confluencia de varias aldeas cercanas. En 1921 sus cuatro muelas ya no daban abasto para procesar todo el cereal, por lo que deciden añadir otras dos. En 1929 llegan a instalar una dinamo con el objetivo de electrificar las poblaciones de Taramunde, A Veiga de Llan y Nogueira, pero tras casi cien años moliendo el trigo, el maíz y el centeno del concejo cesó su actividad a principios de los años noventa. Finalmente, en 1998 los nietos de Manuel acuerdan rehabilitar el conjunto para acondicionarlo como espacio museográfico, convirtiéndolo de esta manera en el Museo de los Molinos de O Mazonovo.
Aunque realizar una visita con un guía oficial es siempre lo más recomendable, O Mazonovo es un museo muy interactivo. Tirando de una palanca, el visitante puede accionar por él mismo los mecanismos que hacen rotar las ruedas, los rodieznos, los árboles y las muelas. Así, un gran chorro de agua irrumpe violentamente empujando a un engranaje con varias piezas que cobran vida con una lógica mágica, como si fuese un gigante de madera.
Tradicionalmente el molín o moliño pertenecía a un propietario, y a éste acudían los labradores a moler el cereal para obtener la harina con la que amasar el pan. Por lo general no se pagaba con dinero, sino que el molinero se quedaba con una parte de lo que procesaba; la maquila. Pero claro, siempre habría alguno que maquilara más de la cuenta, de ahí que haya tanto cancionero y refranero tradicional donde el molinero no siempre salía precisamente bien parado.
A moliñeira taba de parto
e o moliñeiro nun tiña un cuarto.
A moliñeira votou a parir
e o moliñeiro votou a fuxir.
Cien xastres, cien molineros y cien texedores, son trescientos lladrones.
El recorrido continúa hasta una preciosa cascada artifical creada para reconducir el agua del río Cabreira hacia las aceñas, aunque en la senda nos toparemos con un molino asiático y un monjolo brasileño ofreciéndonos un poco de contexto en la evolución de estos ingenios a lo largo del tiempo y el espacio.
Su variedad y número de piezas (alrededor de 19) lo convierten en el mayor museo de molinos de Europa. «Tenemos cerca de 30.000 visitantes a lo largo del año» nos explica Carlos López-Cancelo, descendiente de una saga de molineros desde hace cuatro generaciones y actual dueño del museo, es además nieto del mismo Manuel López-Cancelo. «El turismo español sigue siendo el principal, aunque también logramos captar el francés o el alemán en menor medida». El mantenimiento de O Mazonovo se sustenta casi por completo en la venta de entradas y -eventualmente- en el suministro del excedente eléctrico a la red de distribución local, por lo que siempre están buscando la manera de atraer más visitas. «Sacamos un proyecto para llamar la atención de aquellos peregrinos que quieran hacer alguna parada en el camino de regreso». Esta inquietud por crecer y mejorar es lo que lo hace verdaderamente atractivo al conjunto. Y es que «O Mazonovo está en la primera posición de TripAdvisor de entre todos los museos de Asturias» subraya.
Otra baza del museo es su valor didáctico. Desde hace algún tiempo trabajan con varios colegios para poner en valor estos elementos etnográficos también entre las nuevas generaciones y transmitir en los chavales el amor al pasado. Todos tienen oportunidad de ver, aprender y experimentar, y si superan una pequeña prueba escrita pueden recibir ¡nada menos que un diploma de molinero! Aunque tenemos que confesar que hicimos alguna trampa…
¿Cómo llegar?
Desde Castripol hasta A Veiga/Vegadeo por la N-640 (N-642 en el caso de partir desde Ribadeo) y luego a Taramunde por la AS-21. En la parte sur del pueblo de Taramunde aparece indicado el museo, contando con aparcamiento de vehículos.
Horarios
Del 1 de marzo al 30 de junio y del 1 de octubre al 12 de diciembre.
· 10:30 a 13:30 | 14:30 a 17:00 – Fines de semana y festivos
Del 1 de julio al 30 de agosto
· 10:30 a 13:30 | 14:30 a 19:00 – Todos los días
Del 1 de septiembre al 30 de septiembre
· 10:30 a 13:30 | 14:30 a 17:30 – Todos los días
Tarifas
Entrada individual
· Mayores de 10 años…………………….. 3,90€
· Menores de 10 años……………………. 1,50 €
Grupos
· Normal (mínimo 17 personas)…………… 2,90€
· Escolares…………………………………… 1,50€
(2,90€ entre el 1 de julio y el 30 de septiembre)