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Origen del Antroxu, el carnaval asturiano

Todo aquel que nos visite en estas fechas se sorprenderá al ver anunciado el Carnaval por el nombre de Antroxu, o arrugará la cara al comprobar que localidades como Nueva (en Llanes) lo celebran ¡nada menos que el 19 de marzo! Tranquilos, que todo tiene un porqué…

Cipriano el Hojalatero (Evaristo Valle, 1947)

Para poder entenderlo debemos retrotraernos a los días de fiesta, fartura y excesos previos a la Cuaresma (Quadragesima, periodo de 40 días previos a la Semana Santa), que daba comienzo el Miércoles de Ceniza, un momento de recogimiento en el que los fieles ayunaban o abandonaban el consumo de carne. De ahí la palabra carnaval, del veneciano carnevale, de carne (carne) y levare (quitar).

Pero el Antroxu (en algunas partes; Antrueyu, Antruidu, Antroiru, Entroido…) no tiene nada que ver con el culto cristiano. Procede del latín introitus (entrada), ya que antecedía al año nuevo (solía comenzar el mismo día de Navidad), teniendo su origen en las celebraciones campesinas de la Europa pagana -como las Saturnales o Lupercales– practicadas entre el equinoccio de invierno hasta la primavera. Es decir, en cierto modo se conmemoraba el “nacimiento de la luz”, cuando los días se empezaban a alargar, razón por la que también coinciden con las fiestas –cristianizadas- de Santa Lucía (20-23 de diciembre durante la Edad Media) y de La Candelaria o de la Luz (2 de febrero). El ciclo agrario se reanudaba y la vida volvía a reverdecer, pero había que ayudar a despertar a la tierra.

Esta es la raíz, por cierto, de la curiosa tradición en algunas zonas del occidente asturiano de prender ramones de paja para beneficiar la cosecha; El Pachizu o Los Payones.

 

Así, en muchos pueblos los vecinos se disfrazaban, prestándose a la fiesta y a la transgresión, gastando bromas y haciendo sonar lloqueros (cencerros). Esto venía acompañado también por copiosos y exagerados banquetes antes de la Cuaresma, sobretodo de carne de gochu y de dulces o llambionaes (frixuelos, picatostes, casadielles…). Aquí tenemos, pues, el origen de las célebres mascaradas de invierno festejadas hasta la primavera, de nuestro verdadero Antroxu.

‘Carnavalada de Oviedo’ (Evaristo Valle, 1928)

 

Y no tenían lugar únicamente en las aldeas, las pinturas de Evaristo Valle nos dan testimonio de su celebración en Oviedo/Uvieo. Tenemos constancia de L’Obispín, una mazcarada celebrada dentro de la propia Catedral de San Salvador entre el 18 de diciembre y los Santos Inocentes, o de personajes tan peculiares como La Destrozona, un varón vestido de mujer que repartía escobazos a diestro y siniestro.

Otro testigo de l’Antroxu ovetense fue el conocido escritor carbayón Perfecto Fernández (Nolo), quien en 1906 recoge algunas referencias en su obra “Veyures y Caxigalines”.

«¡Morrer tú?… Ha haber abondo
Pa que Xuanín ciarr’el güeyu
Sin ver d’isti añu les fiestes
Que se cellebren n’Uvieu
d’Antroxu les bullicioses
galanes de Samateu.»

Pero, ¡ay amigo! Con el clero hemos topado. La iglesia nunca vio con buenos ojos estas escandalosas festividades, que intentó restringirlas por todos los medios a los días previos al Miércoles de Ceniza (Xueves de Comadres, Domingo’l Gordu, Llunes y Martes d’Antroxu), aunque no siempre con éxito. Fue su prohibición tras la Guerra Civil lo que realmente determinó su desaparición.

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El Guirria de Ponga (fotografía: Desdeasturias.com)

Con la llegada de la Democracia muchos conceyos rescataron el Antroxu, pero la influencia de la televisión fijó el referente en el Carnaval de Brasil, de Cádiz o de Tenerife, olvidando la tradición asturiana. Hoy menos de una decena de estas mascaradas o mazcaraes han sobrevivido, casi todas recuperadas. Es el caso de Los Sidros y Les Comedies (Valdesoto, Siero), El Guirria (San Xuan de Beleño, Ponga), Os Reises d’El Valledor (Ayande), Os Reises de Tormaleo (Ibias), Los Aguilandeiros de San Xuan de Villapañada (Grau), Los Zamarrones de Ḷḷena, Los Guilandeiros de Tinéu y más recientemente, Los Mazcaritos de Uvieo y de Avilés. En este último conceyu, además, siguen reconstruyéndose algunos personajes de la mazcarada gracias a la recopilación de la memoria oral, como ha sido el caso de El Cornelu.

Otras, como Los Bardancos de Casu, Las Comparsas de Quirós, Los Aguilanderos de Xedré o La Puela o Los Zaparrastros de Ayer se encuentran en estado de letargo, esperando a ser retomadas por sus vecinos.

«Les Mazcaraes n’Asturies» (Denis Soria)

 

Antroxando palabras…

En este ambiente de juerga y socarronería no faltaban los cantares y las coplas aún presentes en la tradición oral. La mayor parte anónimas, aunque aún conservamos la autoría de algunas como las del popular Antón el Coque, resucitadas por el cantante Jerónimo Granda en 1977.

 

Por eso son tan valiososos estos otros versos recitados por Araceli Noval, vecina de Oles (Villaviciosa), porque muestran la cara más instrospectiva del Antroxu, la más sobria y moralizante.

 

Así que no, si nos acercamos a su historia, L’Antroxu asturiano no es una simple fiesta de disfraces. Bajo su máscara, latente, subyace ese pulso eterno entre el destello que se abre paso bajo la fría quietud de lo que un día fue primavera, convertido así en el mismo ciclo de la vida.

La *xuventú ye folixa, ye diversión, ye folgueta.
Les penes y desengaños quédense pa la vieyera.
Vosotros sois l’Antroxu, nosotros la Cuaresma.

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